sábado, 4 de mayo de 2013

Restos de demonio.


En nuestra endiablada incultura dios es una construcción multifacética muy pero muy extravagante, dibujada a través de infinidad de símbolos superpuestos; y el demonio ni te puedo empezar a contar, terrible y recargada colección de imágenes fantasmales sinuosas. Algunas veces, en algún documental de alguna emisora estatal de alguno de los países que alguna vez formaron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, se pueden entrever raras lombrices sumergidas en el temor a dios y al demonio que, como casi todo el mundo sabe, son ambos un mismo fluido dividido en esas dos caras antagónicas por un concilio realizado unos ciento quince mil años antes del advenimiento del cristianismo con el único objetivo de darle una lógica mínima al delirio por ellos representado desde su creación. Así entonces, marcha la historia cortada prolijamente en: perfectos y repugnantes. 
Aparentemente, según habrían consignado autores aislados por el academicismo preponderante por estos días tan intoxicados, una tribu de la región amazónica septentrional ecuatoriana reivindicaría el consumo, en pequeñas dosis, de una poción que tendría todo el aspecto del fluido citado; aunque su efecto en los occidentales cristianos promedio que lo habrían degustado pareciera ser muy contrario a lo que se podría conjeturar de antemano; después de culminada la experiencia alucinatoria, en los sujetos que se supone se atrevieron a la misma, quedarían sólo restos de demonio, por lo que cuentan, de dios no queda nada. ¡Que cagada! Va, no sé. 

1 comentario:

  1. Y aquí está. Esta creyente leyendo tu escrito y pensando qué interesante escritor, qué talento y qué locura. Todo amalgamado. "Dibuja. Pinta. Compone." - diría si tuviera que contar así apuradamente qué hace Irazusta con las palabras y los sentidos.
    Mis creencias, intactas y mi admiración por vos, in crescendo.
    Saludos querido amigo. Y gracias.

    ResponderEliminar