miércoles, 30 de septiembre de 2015

Una nota marginal

Unos hombres sentados a la mesa de al lado hablan de verse a sí mismos desde una cierta distancia… Carlos, el hombre que atiende, los mira incrédulo. En realidad, Carlos mira todo siempre incrédulo.


El que escribe, en la mañana de hoy, antes de disponerse, primaria y tangencialmente, a un inicial intento fallido de pretender hacerlo, estuvo fumando un cigarrillo en la calle; con convicción. El que escribe fuma muchísimos cigarrillos, permanentemente, constantemente, enardecidamente; algunos con convicción y algunos no; algunos en la calle y algunos no. Pero fuma, muchos. La mañana era agradable. El sol, que comienza a ser ligeramente cálido en septiembre, por estos lados, tiene en el que escribe un efecto disparador… Similar al del frio, en otros momentos, pero contrario… En sentido contrario. Pero no tan contrario, porque las cuestiones de algún modo se llaman unas a otras y se acercan, se asimilan, se emparentan... La cuestión en cuestión es siempre, un poco, bastante, el deseo. El deseo lo cubre todo. Entonces, las caricias leves de la mañana soleada llevaron al que escribe al recuerdo de una tarde lejana en la que estaba vestido sólo con unos pantalones de jean cortados, desprolijamente, a la altura de la mitad de los muslos, con una tijera a la que le costaba mucho cortar por falta de filo. Nora tocó el timbre y el que escribe, que en ese entonces escribía completamente distinto, bajó rápido a abrirle. Nora, que en realidad no es ninguna Nora, no se llamaba así ni parecido, pero el que escribe no quiere poner el nombre real, ni acercarse, ¿vaya a saberse por qué, a quién podría afectar?, era preciosa, tremendamente preciosa. El que escribe, cuando la piensa, la piensa fundamentalmente con las manos, dibujando. Las manos pretendiendo establecer curvas asimilables a las de ella es la única manera aproximada que se encuentra disponible al tiempo de querer hacer su descripción... Eso y la palabra preciosa.
Después, podría llegar a hablarse del increíble aroma que ella tenía… y del proceso convulsivo que generaba, siempre.
Hace muchos años, el que escribe, la cruzó sumamente desmejorada por la calle. 
¿Habrá alguien que cuando mira el espejo ve siempre lo mismo?
A veces las mañanas son fatales… Y fatal es una palabra que, aparentemente, habla de la irrupción del destino.

viernes, 18 de septiembre de 2015

El teatro y la vida

¿El teatro pretende, de algún modo, ser representación estereotipada de la vida, quizás? ¿Y la vida se vuelve hacia él para copiar estrategias que son esencialmente suyas?

Elisa Carrió, de su cuenta de Twitter. Fotografía subida el jueves, 17 de septiembre de 2015.

En esta obra de micro teatro Elisa plantea, con un parlamento exiguo, “rumbo a Tucumán”, dice, solamente, una carga expresiva enorme; la dualidad de máscaras está en su máscara, la comedia y la tragedia llevadas al paroxismo y a la vez unidas, amalgamadas en un único rostro, su rostro, el de una actriz fenomenal. Fenomenal es una palabra que la define perfectamente. 
¿Fenomenal?
¡Fenomenal!