jueves, 28 de junio de 2012

Pensar en descarrilar.


Una imagen del olvido que en este momento es una fotografía ajada entre mis manos, con las puntas abriéndose gastadas. Una vieja foto de una pintura que pinte hace mil años, cuando recién empezaba a intentar. Una perspectiva clásica de una vía de tren que se desvanece hacia el horizonte. Bien centrada. Los rieles brillantes en paralelo que buscan unirse en el fin del espacio, contra un cielo desmoronado. Los durmientes salvajes que se van empequeñeciendo, la tierra violenta y rojiza a sus costados y entre ellos. 
Recuerdo cada segundo del hacer esa furia. Recuerdo todo lo que esa furia expresaba. Y es sencillo, lo recuerdo porque aún ahora estoy frente a esa misma vía. Lo recuerdo porque todavía hoy soy esa furia. 
Una tabla de prensado de aserrín y pegamentos químicos, de 70 centímetros de alto por 1 metro de ancho, preparada con un fondo de látex acrílico blanco. Una caja barata de 24 oleos chinos, diluyente y barniz. Unos cuantos pinceles de cerdas planos, de esos de cabos largos, y otros de pintor de paredes, de los más chicos.
El rojo de cadmio que habitaba esa cajita, lo agote en ese cuadro. 
Primero: el dibujo descuidado en lápiz, copiando a mano alzada un boceto previo hecho en un papel. Después: el refuerzo de esas lineas con el canto del pincel más chico y un azul muy diluido. Se fue sumando algún detalle... y el mar de signos que se construyo a trompadas. Muescas sobre muescas. El oleo se mezcla en la paleta y en el cuadro... y más tarde se vuelve a mezclar.
Las lineas, las rayas, las pinceladas, difuminaciones y cortes. La carga de la  suma de la tensión planteada en espesuras desparramadas y multicolores. 
La vida tiene mucho de lucha, de pelea... y seguir peleando es seguir viviendo. El señor que latía en el pasado no necesariamente tiene que seguir latiendo. El señor deslumbrante en el pasado, hoy yace un par de metros bajo tierra y una placa de concreto reza: "Siempre quiso tocar la trompeta pero nunca se animó, el pelotudo".

A veces tengo deseos de empezar de nuevo, de empezar muy distinto. Emprender algo que me aparte de lo que estoy siendo en esta continuidad asimilada que me deshace.
Salirse de las vías para ser lo más parecido posible a lo que se desea. Para estar menos proclive a dejarse arrastrar por la inercia cargada por vaya a saber uno qué demonios… Desprenderse de la cotidianeidad marcada sobre la que apenas se subsiste. Descarrilar para ser lo más honesto de uno mismo. No se puede vivir sobre rieles…

- Esa no es una vida… 
- Siempre quise tocar la trompeta.