jueves, 29 de diciembre de 2011

La misma ruta.

Alguien que no te quiere, o si te quiere: “no te quiere del todo bien”. Pretende hacerte creer que indeterminadísimos y metafóricos trenes, aviones, micros o barcos, pasan solo una vez por delante de tu única y módica vida.
-          Y la lluvia que te empapo hasta los huesos, no volverá a hacerlo jamás.
-          Y esa sonrisa que no podías borrar de ninguno de los resquicios de tu cara, termino indefectiblemente.
-          Y nunca nada de lo que fue, será igual.
-   ¡Nunca nada!
Sin embargo, todo parece indicar lo contrario. Que esta historia se trata de un devenir cíclico constante.
-          Y los aviones, vuelan miles de veces la misma ruta.
¡Si, claro! - Siempre de distinta forma…
-          La misma ruta.

Dijimos algo a alguien… y nos perdimos… y nos fuimos sin volver a emitir el más mínimo sonido. Desapareciendo… Como se desaparece en los actos de ilusionismo. Sin explicaciones. -  Mágicamente
-          Chau.

Al rato, nos acercamos a ese alguien por la espalda, para abrazarlo “infinitamente”…
Y ese alguien nos entiende “completa” y “acabadamente”. Percibe en el acto, nuestro amor “vívido”.
Si después de todo la sucesión de momentos, a veces intrincados y a veces deshilvanados e ilógicos, son una película y un sueño… y el silencio inadaptado… y una voz brillante u oscura que canta la misma canción un millón de exasperantes veces, con matices y giros, o cambiándola casi por completo, pero repitiendo el mismo redoble de tambores y conceptos. La misma idea hecha de otras palabras, con afecto o sin él, con un extraño asombro reiterado. 
-          Quiero que me creas. Soy otra persona. Ya no soy el mismo.
-          Aunque me veas extraordinariamente parecido al que fuera cinco minutos antes.
-          Todo cambió… Todo, absolutamente todo, creéme.

La pasta simbólica de la que fueron hechos los hechos y los ecos de la sucesión continua, pendular, inextinguible, percutante y con altos indices de una aleatoriedad que no puede ser desconocida; permanecerá impertérrita.   
- Es nuestra particular y esculpida “Historia”.

-          Blah, blah, blah, blahhh!!!

-       Te vi sentada a un costado de la ruta… esperando… intranquila.

-          Fumando quinientas veces el mismo cigarrillo.

En este juego lo único que no se repite es nuestra participación, acotada a una sucesión de reiteraciones limitadas posibles. 
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario