jueves, 22 de diciembre de 2011

Un poco de salvaje inspiración.

A la medida del tiempo que pasa y se va inexorablemente, están hechas nuestras ínfimas horas, que algunas raras veces, sin explicación, se llenan de mínimas felicidades; visiones, participaciones, sueños y actos, que nos acercan a un poco de la emoción que hace de la vida algo más placentero que la equilibrada subsistencia.
El equilibrio verdaderamente inspirador, diría sin temor a equivocarme, el verdadero equilibrio; únicamente proviene de algún alambre extendido a varios metros de altura, bien lejos del piso. Ese era el territorio de una fantástica bestia amable que se llamo y probablemente se llame siempre: Luca Prodan.


- Yo no soy un artista. Decía repetidamente a todo aquel que quisiera escucharlo; así era su proverbial forma de convocar al alambre. Porque en esa declaración de principios estaba contenido el lugar del que Luca venia, con el sagrado objetivo de inspirar salvajemente otras vidas.
Así era... irresistiblemente arrasador, verlo caminar y cantar.. y saltar... firmemente, con su conmovida presencia de ilusionista, algunas veces brutal, otras tantas afable.
En el fucking alambre, jugando con fuego, con la cámara Roland, con un bife o un pescado, con sus amigos, con la vida... 


Desde aquel día en que se fue, me muero de ganas de volver a verlo.

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