miércoles, 4 de junio de 2014

Escena uno.

Estoy viendo la minúscula franja abstracta que separa el bien del mal, la razón de la locura, el triunfo de la derrota, incluso hasta la vida de la muerte; a veces no hay más que unos pocos pasos entre esos opuestos tan salvajemente enfrentados; aunque nos resulte tranquilizador entrever distancias mayores, muchas veces hay sólo centímetros, escasos, como para cubrirlos con un simple tropiezo. La vida conlleva ese nivel de presencia de la adversidad y, por otra parte, generalmente, hay algo de extraña gracia en las caídas. 

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