jueves, 5 de junio de 2014

Collage a través de la distancia.

Un ojo morado, un arco superciliar abierto, una nariz sangrante y una búsqueda desesperada de aire al tiempo que se quieren evitar los golpes.
Desierto naranja, inmóvil.
Varios tipos subidos a pequeñas motos dan vueltas, cada vez más rápido, dentro de una esfera de enrejado metálico que deja ver con total nitidez como se cruzan.
Un teléfono y una agenda abierta.
Pedazos de gente caminando por una vereda comercial, se detienen de golpe sobre las vidrieras muy iluminadas. Mueven sus bocas pero no se puede oír nada. Algunas bocas se desprenden de las caras.
Una mujer muy anciana mira hacia adelante con expresión perdida, los labios entreabiertos, las manos tiemblan. Está en una silla de ruedas.
Grandes olas de mar vociferan.
Un minúsculo velero con las velas arriadas.
Sale abundante líquido rojo de una alcantarilla. 
Un hombre de mediana edad, calvo y completamente desnudo ejecuta un largo redoble sobre un tambor; brota polvo del parche.
Quirófano. Luces.
Una nena de alrededor de dos años camina titubeante; lleva puesto un vestido floreado con preminencia de un tono rosado. Sonríe tímidamente, luego da vuelta la cara; enseguida, de nuevo, sonríe.
Un avión se acerca a una pista de aterrizaje y una bandada de pájaros se aleja.
Un rostro muy arrugado, barbado y sucio dice: —Nadie está exento.
Llueve muchísimo sobre una calle oscura.
Una cabeza se estira hacia arriba.
Brilla, increíblemente hermosa, una luna cercana.
La piel de un hombro femenino desnudo… y se desliza el brazo como aleteando. Se puede ver que ella baila, envuelta en una tela transparente.
El cuadrante de un reloj.
Brota polvo del parche.
Olas y líquido rojo.
La mujer anciana.
La luna.
Un cactus.
Piel.
Humo.
Negro.

   

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