Soy
un perro viejo en el costado de todo, hasta en el costado de mi propia vida.
Tuve un perro que en el final era como yo estoy siendo ahora; no se dejaba
llevar a ningún lado, estaba siempre tirado al margen; cerca de la estufa o al
sol, en el patio, o en el rincón pegado a la escalera o en un hueco en la
cocina o en la terraza. No se dejaba nunca convencer por nadie…, por las
caricias de nadie; se dejaba acariciar en donde estaba pero no se dejaba llevar
a ningún lado, por nadie; iba sólo donde quería ir, nada más… Aunque conmigo
era a veces levemente distinto, creo recordar, a veces se me acercaba
lentamente; es que yo comprendía su cansancio; hoy lo comprendo aún mejor. Vinícius
de Moraes decía que el mejor amigo del hombre era el whisky, que el whisky era
un perro embotellado; hoy no tengo perro, tengo whisky…, y además soy bastante mi
propio perro… Un perro viejo como mi viejo perro.
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