Me
pareció ver a mi amigo Fedu mucho más delgado, con ropa para correr, impecable,
limpio, la barba prolijamente recortada y el pelo también, algo más canoso, sin
el eczema que le suele cruzar la cara, en
la calle a unos metros. Estaba solo, sin Nuria, lo que me resultó muy raro
porque mi amigo Fedu nunca está solo, sin Nuria, porque Nuria aparte de ser su
esposa desde hace muchísimos años es como una suerte de acompañante terapéutica
de Fedu que, si no está ella, se suele meter en problemas, como tomar demasiado
o incurrir en el uso abusivo de sustancias o comer en exceso o simplemente pelearse
con cualquiera que pase al lado suyo por completas estupideces inexplicables.
Saltaba en el lugar mientras esperaba que lo habilite el semáforo y movía los
brazos extendidos haciendo círculos en el aire. Me causaron gracia sus
zapatillas fosforescentes y enseguida pensé que ese Fedu tan extraño no podía
ser, de ninguna manera, mi querido amigo Fedu porque mi amigo Fedu estaba
muerto.
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