martes, 2 de octubre de 2012

Sigo soñando con otra cosa.

Nos hicimos de una pequeña porción del tugurio descalabrado que afirmaba en dos o tres vidrios, en las cartas y en una placa metálica llamarse: Bar "El Prado". Eramos exactamente dieciocho, con la siguiente composición: trece damas y cinco masculinos, entre los cuales contábamos con dos que podrían considerarse como varones con cierto grado de incomodidad en su posición relativa de tales; todos mayores de edad y en uso normal de las facultades mentales, exceptuándome de esta ultima consideración.
Docentes preocupados y ocupados por el creciente deterioro en el que cae, al parecer irremediablemente, la educación pública. 
Siete mesas reunidas en un rincón bajo el televisor anclado en un canal de noticias espurias, al que le fue bajado el audio por expresa solicitud de uno de los nuestros. Todos pidieron inevitable café; un par: cortados en jarrito, y dos de las chicas más jóvenes se sumaron a los varones incómodos en la cofradía de las lagrimas... yo me incliné tímidamente  tal mi costumbre, por una proletaria ginebra de marca centenaria. Numerosos asistentes a la reunión me cruzaron sendas miradas discriminatorias que no convalidé ni con un dejo de atención expresa. Se nombraban con absoluta precisión, salvo yo, que eternamente opto por apelativos cariñosos que me escudan de tener que recordar el nombre de las personas. 
La jefa espiritual de ese movimiento de escasa movilidad era Sonia, la razón inicial de mi presencia en el emotivo acto en cuestión; si esa gordita preciosa me instiga a roncar: voy, sin dudar un instante, roncando hasta la corte suprema de justicia de está nación a veces tan injustificada. 
Una convicción profunda los reunía. Las tres pibas más chiquitas eran tremendos caramelitos, como para emprender con ellas cualquier revolución... la que fuera necesario emprender... con el objetivo final y grandioso de tenerlas en bolas entre los garfios.
Se fueron delineando los rasgos fundamentales de una carta de intenciones, asentí con oscura seriedad muda. - "Acá no se puede fumar, me voy a fumar afuera". Expresé con firmeza después de pedir prolijamente la palabra.
Al volver, una de las chicas, probablemente la más linda, estaba enarbolando unas banderas elípticas pero bellísimas, que no tardé un segundo en tomar como propias. 
Venia bien, todo bien, ningún quilombo... hasta que en un momento aciago me saltó a la boca una ráfaga retahílica de ametralladora de inconveniencias, de esas que frecuentemente expulso, más allá de mi control y mis deseos. Me termine quedando solo, rumiando entre tragos de ginebra mi inubicuidad estructural aguda. Bueno, no importa, sigo soñando con otra cosa... por atrás o por encima de las declaraciones de anhelos que no conducen a ninguna parte. Lo que me da bronca es que se me escapó la chiquitita. 
Igual, yo, siempre: despedazado junto a mi pueblo desequilibrado y enigmático       

            
           

1 comentario:

  1. Una vez más, excelentemente narrado, tanto así que, como simple lectora, entré al bar con ustedes, vi a los mencionados, imaginé a la gordita, a las lindas y "revolucionarias" chicas y por supuesto a usted, el sr de la ginebra. Es decir, destaco una vez más esa virtud suya de recrear el espacio-mundo donde lo que acontece está aconteciendo.
    Me preguntaba si ha estado usted en reuniones "de docentes" más de una vez, por poner un número. Me lo preguntaba quizás porque intentando no caer en la exageración, debo haber estado en -mínimo- unas siete decenas de ellas... suficientes, quizás, como para realizar esas "tipificaciones" que uno no debe hacer pero hace, en fin... "Reuniones de declaraciones de intenciones" solía llamarle yo (íntimamente, sarcásticamente) lugar común donde -en general- cada uno dice lo que debiera hacerse, lo que haría, lo que sería conveniente hacer, lo que muchos hacen mal. Pero sistemáticamente hay una negación de lo que debiera hacerse... pero uno no hace, de lo que haría (si pudiera)... pero uno no hace, de lo que sería conveniente hacer... pero por equis motivo uno no lo hace, de lo que otros no hacen o hacen mal y no de lo que uno no hace o hace mal.
    No lo comento con alegría, para nada. Más bien todo lo contrario. Se lo comento porque simplemente me retrotrajo a eso (a mi propia sensación) su "Me termine quedando solo, rumiando entre tragos de ginebra mi inubicuidad estructural aguda. Bueno, no importa, sigo soñando con otra cosa... por atrás o por encima de las declaraciones de anhelos que no conducen a ninguna parte." [Impecable, por cierto]
    Será por eso que detesto las declaraciones de intenciones, justamente, porque ofician de aliviadoras de conciencias y no conducen a nada... ah y lo peor del caso es que hay quienes creen que decir algo es equivalente a hacerlo y se van de las reuniones, luego del inevitable gran momento del café y las facturas, creyendo que ya han hecho su valiosísimo aporte a la Educación.
    Me va a disculpar si esta vez no me incluyo junto a tantos colegas. Ser hiperautocrítica me ha dejado sola demasiadas veces como para saber cuál es mi postura y, por otra parte, no comulgo con la falsa modestia.
    Bueno estimado, muchas gracias como siempre. Lo suyo, siempre una perla. Atte.

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