Un
ojo morado, un arco superciliar abierto, una nariz sangrante y una búsqueda
desesperada de aire al tiempo que se quieren evitar los golpes.
Desierto
naranja, inmóvil.
Varios
tipos subidos a pequeñas motos dan vueltas, cada vez más rápido, dentro de una
esfera de enrejado metálico que deja ver con total nitidez como se cruzan.
Un teléfono
y una agenda abierta.
Pedazos
de gente caminando por una vereda comercial, se detienen de golpe sobre las
vidrieras muy iluminadas. Mueven sus bocas pero no se puede oír nada. Algunas
bocas se desprenden de las caras.
Una
mujer muy anciana mira hacia adelante con expresión perdida, los labios
entreabiertos, las manos tiemblan. Está en una silla de ruedas.
Grandes
olas de mar vociferan.
Un
minúsculo velero con las velas arriadas.
Sale
abundante líquido rojo de una alcantarilla.
Un
hombre de mediana edad, calvo y completamente desnudo ejecuta un largo redoble
sobre un tambor; brota polvo del parche.
Quirófano.
Luces.
Una
nena de alrededor de dos años camina titubeante; lleva puesto un vestido
floreado con preminencia de un tono rosado. Sonríe tímidamente, luego da vuelta
la cara; enseguida, de nuevo, sonríe.
Un
avión se acerca a una pista de aterrizaje y una bandada de pájaros se aleja.
Un
rostro muy arrugado, barbado y sucio dice: —Nadie está exento.
Llueve
muchísimo sobre una calle oscura.
Una
cabeza se estira hacia arriba.
Brilla,
increíblemente hermosa, una luna cercana.
La
piel de un hombro femenino desnudo… y se desliza el brazo como aleteando. Se
puede ver que ella baila, envuelta en una tela transparente.
El
cuadrante de un reloj.
Brota
polvo del parche.
Olas
y líquido rojo.
La
mujer anciana.
La
luna.
Un
cactus.
Piel.
Humo.
Negro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario