Tendría
que tratar de largar por un rato, aunque más no sea, toda esta felicidad
inabarcable que llevo puesta en cada una de las partículas que componen mi
integridad corpórea y extracorpórea, me dije sonriendo levemente y en tirabuzón
multicolor efervescente hacia dentro. Voy a silbar el tango más endiabladamente
triste que pueda recordar hasta que se me pase, me dije después mirándome firme
a los ojos internos, que así mismo me miraban expectantes. Había disponibles muchísimos
tangos y casi todos eran bastante tristes, pero los que más me gustaban eran los
impregnados de una melancolía profunda y metafísica. La de ir a la deriva
sabiendo que el futuro es invariablemente un desastre y que nadie nos va a
ayudar a salvar nada porque todo es inevitablemente insalvable. Eso ya lo tenía
claro desde hacía años y no lograba entristecerme. Igual intentaba, silbando y
repasando mentalmente las letras. Una costumbre como tantas otras, sin
demasiado sentido. Como correr alrededor de un parque. Como empezar pintando
una misma naturaleza muerta para terminar en cualquier otra cosa,
diametralmente distinta. Como subir por las escaleras mecánicas que bajan. Como
mirar el horizonte, o el fuego, o el agua…
No
sabía de dónde demonios, de qué insólito carajo me había llegado esa alegría
existencial perenne. Una mañana me desperté así, ¿o fue un mediodía después del
almuerzo? No lo puedo precisar. Creo que en realidad fue un proceso, durante el
cual, me fui despojando de todas las creencias fantasmáticas, o algo así más o
menos. Había tenido momentos felices pero ninguno tan enajenadamente
persistente. Una locura. Eso exactamente. ¿Me estaría volviendo loco? Llegué
con rapidez a la conclusión de que loco ya estaba, casi desde el inicio, razón
por la cual no tenía por qué preocuparme al respecto, lo que terminó por generarme
una automática alegría superior a la previamente instalada. Y entonces iba por
la calle silbando tangos infinitamente amargos, envuelto en una holgada algarabía
irrestricta. Anduve un montón de tiempo así, hasta que un día se me pasó.
Lo tuyo es genial. Ya lo sabés, espero.
ResponderEliminar