Un tipo, como una hoja moribundamente amarilla flotando de manera permanente en el aire, sostenido en él, sin solución de continuidad, por diferentes vientos que lo toman alternativa o simultáneamente. Viviendo ese ir y venir por un paisaje urbano atiborrado de desperdicios y silencios. Sin siquiera pretender entender, dejándose llevar por los vientos inexplicables y sus consecuencias. Nada funciona bien, todo se descompone, todo el tiempo, una y otra vez... es una constante, quizás la única; el resto, parece ser, absoluta e irrevocable aleatoriedad. Continuidad de horas difusas con el único sentido de las agujas de un reloj que no se detiene, sólo para morir -esa podría ser otra constante- nada más... O vaya a saber uno qué.
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