Exégesis irrelevante.
Nunca he tenido otra intención que no sea la de
recomponer el equilibrio perdido, en aquellos tiempos en los que descompuse
todo lo compuesto. El color, la forma, la ideología, el sonido derramado
caliente, el ruido. Las inexplicables palabras y las exiguas dosis de realismo.
Abstracción dialéctica, expresionismo, neofiguración, música aleatoria o
silencio espasmódico. Cierta desconexión inclaudicable. Relativismo a ultranza.
Un enervante ladrido crujiente que aparece de pronto para
alterar la amable tranquilidad de una suave y lenta tarde soporífera.
Implacable rasgueo que vuelve del pasado y llega del futuro, con el único e
invaluable objetivo de hacer que apretemos un rato los dientes.
Exasperados acordes percutantes, un martillo neumático
marcando enajenadamente el ritmo.
Hierro, asfalto, acero, vidrio. Algunas notas
despiadadas. Gritos, susurros y silencios.
La percepción del toro.
Atrás quedaron aquellos años de incandescente terquedad.
Cuando cada movimiento del odiado trapo generaba la reacción exasperada e
inmediata. El paso del tiempo nos obliga a replantearnos muchas cosas, la
energía ya no es la misma y es necesaria la inevitable dosificación.
-¿Es que el viejo animal perdió algo de su taurina
convicción?
Decididamente no. Aprendió a esperar el momento mas
indicado para el ataque, y esa "sabiduría" lo volvió mucho más
peligroso.
Este toro viejo casi ni bufa, no da rodeos, no escarba;
elude y embiste, solo en aquellos momentos en los que el agresor le parece más
alcanzable.
Por momentos es como si se distrajera del combate, se
pone de costado desatendiendo la contienda y de pronto salta violento sobre sus
pasos.
El toro que ha vivido muchos años necesariamente entiende
lo que hace.
Realidad enclaustrada.
El silencio se apoderaba de esos viscosos e inyectados
ojos viejos, que no lograban entender lo que pasaba frente a ellos.
-"Nunca jamás en todos mis años había visto algo así, esta desproporción,
este sin sentido. ¡Dios me valga!". Murmuraba ínfimo, sin atreverse a
expresar a voz viva y precisa, lo que su conciencia, su inconsciencia, su
inconsistencia y su profunda perturbación le dictaban.
¿A alguien le puede caber alguna duda de que somos
estrictamente aquello, que fuimos experimentando en el correr aleatorio de
nuestros exiguos días? El viejo y cada
uno de sus edemas y maculas, pretendiendo entender lo esquivo, lo intraducible
para su comprensión limitada, sesgada, invalida; o como diablos quieran llamar
ustedes a un "entendimiento" plagado de prejuicios e intersecciones
claustrofóbicas.
Devenir espasmódico a veces, pendular otras tantas;
transitar ebrio como ejemplo concreto y cercano.
-¿Estuviste mucho tiempo en el hospital psiquiátrico?
-Salvaje. -¿El reformatorio fue un lugar apropiado para tu desarrollo juvenil?
-Pedazo de lumpen. -¿Alcohólicos Anónimos le ofreció una solución a tu
inconveniente de sed irrefrenable? -Bestia beoda.
La ley y el orden establecido circundándonos, desde
aquellos pequeños primeros momentos, en los que éramos poco más que amebas,
movedizas y fulgurantes pero minúsculas e inhabitadas amebas.
La esbelta Señora de aspecto Greco-Romano, ciega, sorda,
muda y bastante emputecida con su largo brazo, siempre bien dispuesto a
degollar ladrones de gallinas, mientras por otra parte le hace guiños
seductores a los emblemáticos depredadores de elegancia inconmensurable.
Nuestros simpáticos y amables y no tan simpáticos ni tan
amables y o decididamente despreciables dirigentes, formados en la tradición
enciclopedista Francesa y o Anglosajona, por una caterva en gran medida morbosa
y tenuemente afectiva, de agradables y no tan agradables profesores, bien
intencionados o no tanto, fracasados, extraviados e insensibles: -¿Tienen una
cosmovisión extensa y expansiva?.
-¿No son esos hombres que ocupan el lugar de las
decisiones, el reflejo cabal e inequívoco de esta sociedad apegada brutalmente
a la marisma informe del vale todo?
-No hay demasiado lugar para la sensibilidad en este
mundo nuestro, tan atado a la búsqueda explosiva.
-A la satisfacción absoluta, absurda e inmediata.
-No pierdan su tiempo en superficialidades. -Busquen en
lo profundo de la Bolsa de Valores, buceen entre sus mágicos, sutiles y
enigmáticos vericuetos entrañables. -El Mercado de futuro de Commodities. -La
vibrante burbuja inmobiliaria. -La siempre exuberante industria intangible. La
Asociación de Ruralistas Incólumes. "Y la sagrada Prelatura de la Santa
Cruz y Opus Dei"...por no hacer referencia directa a la recalcadisima
concha de la lora, fuente emanante de toda razón y justicia.
¡Al gran pueblo exprimido cruelmente, sin solución de
continuidad y hasta el hartazgo siempre! ¡Salud!!!
Un poco.
La amable comodidad de un portentoso y mullido sillón
reclinable estratégicamente enfrentado a una enorme pantalla "Led
TV". Las imágenes nítidas y brillantes de un mundo
prolijamente filmado conmueven al tipo que se va transportando lentamente de su
sedentaria soñolencia a un movimiento virtual, cuasi místico, nirvanico. Una publicidad de tostadoras eléctricas induce en el
observador cautivado una ligera sensación de necesidad de alimentarse, pero el
deseo generado por la belleza estremecedora de la protagonista del aviso lo
invade por completo; armónicas curvas infinitas, suaves, una piel interminable,
solo interrumpida por detalles todavía más increíbles; humedad, suprema
humedad, ahí exactamente ahí, donde una pequeña dosis de agua se transforma en
una joya invaluable.
El tímido comienzo de una muy superficial erección y el
abrupto giro hacia la minúscula heladera situada a milímetros de sus sedientas
manos. Entre las refrigeradas latas de cervezas, gaseosas, algunas botellitas
de vinos gasificados light, aguas saborizadas, aguas mineralizadas, aperitivos
express; el sujeto elige una bebida energizante.
No tiene la más mínima intención de moverse de ese su
soberbio paraíso.
La tanda publicitaria finaliza y un extraño documental
acerca de personas en situación de calle da comienzo en lúgubre blanco y negro.
Queda atrapado por una música recirculante con una fuerte carga de extremismo,
violenta, eléctrica. Las imágenes dan saltos, se tornan borrosas. Luces
enceguecedoras asaltan la pantalla.
Sorprendido, se reconoce en el rostro de un hombre
sentado en el cordón de una vereda fumando furiosamente de una pipa ínfima,
primero sonríe, después abruptamente se inquieta.
Una voz áspera canta arrastradamente unos versos:
Bailando en las sombras que anteceden la noche.
Siempre recuerdo aquello que fuimos.
Alguna vez, hace un tiempo.
Podríamos haber dejado a un lado el destino.
La marcha fatigosa de ese himno distorsionado reverbera
en el oscurecido televidente.
La canción resuena:
Podríamos haber dejado a un lado el destino.
La cara desprolijamente deshabitada del fumador de
estricnina, o algún otro veneno, o varios venenos juntos; se fijo a sus retinas
y el tipo no podía dejar de verse en esa mueca devaluada.
Una mujer desgañitándose, grita frases incomprensibles completamente fuera de cuadro.
Crónica de una habitual
bajeza.
Restos sin vida de una criatura que podrían en principio
corresponderse con el perfil de la nena intensamente buscada, fueron
encontrados en una bolsa de residuos negra, al costado de una autopista en un
basural a cielo abierto.
Una música tensa y cautivante que fuera alguna vez ejecutada
en un piano por una persona que no tuvo nunca la más mínima o reputa idea de lo
que harían con ella, pretende darle contorno a la infausta noticia.
Contorno de desorbitada infamia, de asquerosa, pestilente
y revulsiva infamia.
En exclusiva, medios presentes en el lugar de los
horripilantes, aberrantes y aterradores hechos.
Llueven las primeras predicas espasmódicas y los
cronistas de los continuos desastres juegan su juego exasperante y exasperado.
Se tejen innumerables versiones...
No hay lugar para un instante de atinado silencio.
Las imágenes del basural se mezclan con las preciosas
fotografías de la pequeña que habían inundado las pantallas desde el día de su
desaparición con su inconmensurable dulzura.
La teoría de los contrastes y los antagonismos subyace en
los trasfondos de nuestra despiadada cultura.
La metáfora sonora dibuja giros en el aire y títulos
catástrofe color inevitable rojo sangre, empiezan a afirmar lo que hasta hace
instantes era potencial. Se tejen innumerables versiones...
No hay lugar, bajo estas circunstancias, para un
brevísimo instante de atinado silencio.
El piano en profundo e insistente tono menor, la carita
de interminable dulzura, los restos sin vestigios de vida, las intensas
explicaciones desprovistas, las aves carroñeras.
En exclusiva.
Una presencia inmaterial.
La idea de la violencia como herramienta de cambio o
intersección sobre la realidad política de la República Argentina ha sido, sin
ningún lugar a dudas, enterrada a varios metros bajo tierra en un cajón con cientos
de cerraduras y sus respectivas llaves. No obstante, su inmaterial presencia es
frecuentemente traída de los pelos a la superficie por lo que me atrevo a
definir como una extraña e inabordable casta de descerebrados que creen que la
polémica en cualquiera de sus formas puede retrotraernos a esa violencia
"real" fundada en muchísimos años de profundos e innumerables
desencuentros.
Esa furia que elimino tantas vidas, que hizo tanto daño,
no tiene un lugar real en nuestro tiempo presente. Largos años de esfuerzo de
muchos hombres de verdadera valía, nos pusieron en posición de poder eliminarla
de las opciones de intervención sobre la realidad. Nadie en sus cabales puede
plantearla como opción en nuestra sociedad refundada, porque para aquellos que
no lo sepan, esta patria se refundo y cambio definitivamente el rumbo.
Ese pasado oscuro y violento, no tiene casi ningún punto
de contacto con el desenvolvimiento de estos días presentes donde se discute
sin temor a represalias reales, más allá de los fantasmas invocados por los
turbios o enturbiados representantes de la incontinencia desprovista de lógica,
razones y pruebas.
La discusión, el intercambio vehemente, la contradicción
fuerte, las profundas diferencias, no se apartan en esta sociedad refundada del
respeto absoluto por las reglas de convivencia democrática.
Solo algunos pocos, infinitesimales, se desvían
desprovistos de cualquier anuencia de este pacto omnipresente que nos une sin
ninguna posibilidad de fisura.
La preocupación de estos pequeños pseudo-pensadores
amorfos es a mi entender entonces y a modo de conclusión: infundada o
impostada.
Esta claro que pueden estar siendo vilmente utilizados
por intereses que todos conocemos en demasía, seria deseable, en tanto personas
honestas, eviten invocar presencias que dejaron, por suerte y por acción, de
ser reales hace ya varios años.
No tengan miedo de expresar lo que gusten, discurran
amablemente o bramen exasperadas predicas, vomiten anacrónicas letanías, canten
a viva voz sus canciones arrítmicas.
Una sociedad entera los cuida.
Silencio.
Se puede esperar mucho tiempo en silencio, entendiendo
por esto la ausencia total y absoluta de palabras. Pero inexorablemente el
silencio en algún momento se rompe, se termina e irrumpe la fuerza, en estos casos
brutal, de lo que permaneció agazapado, escondido entre la maleza de la vida. Esas
palabras surgen, muchas veces desordenadas, pero guardan en sus entrañas la
verdad despojada de filtros...la verdad incondicionada de nuestro pasaje por el
universo inhumano de la falta de comunicación.
El humano no esta completo si no puede expresar lo qué
corre por su mente. La chorrera tantas veces amarronada de nuestros
pensamientos ocluidos.
Confesar lo inconfesable. Largar sin reparo el viejo
dolor, lejano pero marcado a fuego.
Hablar de todo por encima de la conveniencia?
Este último tópico requiere mayores consideraciones...
Personas y palabras.
Hay hombres atados a sus palabras, humanos que recorren
sus vidas buscando la permanente sintonía entre lo que piensan, dicen y luego
hacen. Son personas que intentan obstinadamente dar con las palabras adecuadas
para expresarse ante cada estimulo y algunas veces encuentran en estos signos sentido
para seguir recorriendo su camino con una nueva energía.
Bucean en lecturas de mundos que hasta ese momento les
eran ajenos, escuchan atentamente una canción que ya escucharon mil veces,
encontrando siempre una nueva manera de entenderla.
Paradójicamente personas atadas, amarradas fielmente a
sus ideas mutantes, pero enormemente libres.
¿Qué es la libertad para un ser humano sino la capacidad
de pensarse y repensarse, construirse y reconstruirse?.¿Pensar el mundo, las
ideas propias y ajenas, la vida?
Sistema de valores, ideología, ética. Palabras qué para
mucha gente dejaron de tener relevancia.
El fin de las ideologías proclamaron algunos...¿El fin de
las ideas?...¿El fin de las palabras?.
Hay personas para las que las palabras son tan sólo una
herramienta, un instrumento de comunicación, pueden ir hacia un lado o hacia el
opuesto, la verdad esta en la acción, no en las meras palabras.
No importa si me desdigo con lo que hago, lo que
realmente importa son los hechos, y entonces las palabras buscan justificar,
muchas veces lo injustificable.
Filosofía, ideología, ética, principios,
valores...palabras pequeñas que se derriten ante él "pragmatismo".
¿Que es exactamente esto del "pragmatismo"? o
peor él ¿"pragmatismo ideológico"?.
Perdón por si alguien se siente ofendido por las palabras
qué elijo, pero todo eso es pura mierda,
desecho desprovisto de consistencia conceptual.
¡Pragmáticos del mundo váyanse todos en hilera a la
recalcada cajeta de sus respectivas progenitoras!
Nos quieren vender un mundo donde las ideologías les
dejan el paso libre a ¿Qué?.
No existen señoras ni señores sin ideología, son
sencillamente farsantes que optan por ocultarla,
la esconden sencillamente por impresentable,
inconfesable, pervertida, absurda, delincuencial...
No hay humanidad sin ideales. Las personas son sus ideas
y sus palabras.
La mirada cercada.
Muchas veces nos encontramos frente a situaciones que nos
obligan a repensar y repensarnos.
Nosotros frente al mundo que nos rodea, incómodos frente
a la constante mutación.
A veces sin mas remedio que dar vueltas alrededor de un
malestar que no terminamos de comprender.
Una vieja foto no nos permite ver el nuevo cuadro que en
el mismo lugar dibuja el presente.
Saltamos, damos vueltas en el aire y re visitamos las
baldosas del pasado buscando la respuesta;
la respuesta que se haga carne y nos saque de la
insoportable e ineludible pregunta.
Inevitablemente vivir es cuestionar y cuestionarse. ¿Hay
otra forma de existencia humana posible?
¡Si, por supuesto! Muchos eligen mirar la misma foto
hasta el hartazgo y se mueren tibiamente
amarrados a esa imagen desgastada.
El respetuoso silencio los acompaña a una tumba
debidamente etiquetada y fin.
Mercado.
Después de cavilar largamente acerca de la cotidianeidad
giratoria de mis horas, mis días, mis años, mis lustros y mis décadas. Después de leer y escuchar gran parte de la profusa obra
desarrollada por la humanidad en su intento sesgado de explicar lo circundante. Después de embeberme y beber casi todo lo que llego a mis
manos. Llego a una conclusión que me intranquiliza extensa y profundamente...
Estamos rodeados… no se trata de manía persecutoria,
paranoia o algún otro trastorno delirante. Es la evidente convivencia con una
fantasmagórica fuente emanadora de basura, de la que somos victimas y piezas
componentes.
Vivimos apegados a una serie de normas, mandatos y
costumbres que nos hacen inevitablemente infelices. Dentro de este esquema de
desarrollo social que llamamos genéricamente “sociedad de mercado” no existe la
posibilidad de felicidad plena.
La propia naturaleza del sistema nos niega en gran medida
esa búsqueda, tan necesaria para la existencia humana.
Sumergidos en nuestras posiciones en la sociedad vigente
dejamos a un lado, día a día, nuestros intereses reales y nuestros sueños se
tiñen de los escatológicos hábitos que nos impone la exasperada entonación
consumista y marchamos lentamente al martillo, que perdió toda otra connotación
simbólica que no sea la de mero noqueador de matadero.
El transcurrir insípido de millones y millones de
personas en un planeta inundado de miseria, desequilibrio y hastió; en
contraposición con el transcurrir insípido de otros tantos millones en otro
planeta paralelo cargado de una imponente cantidad de materiales completamente
inútiles.
Ganadores, perdedores que se sienten ganadores,
optimistas, pesimistas, perdedores consuetudinarios, adeptos al consumo de
narcóticos, alcohólicos, adictos al trabajo, desequilibrados crónicos de toda
índole y rebeldes; de los últimos cada
vez menos; porque la supuesta rebeldía se transforma rápidamente en consonancia
perfecta con el universo común. Pasando a ser otro producto de consumo
indicado.
Pseudo hippies, pseudo punks, pseudo comunistas, pseudo
intelectuales, pseudo personas.
Cantando dulcemente una tibia balada demente.
Entonces ¿Dónde esta la salida? ¿En algún extraño paraje
perdido? Probablemente.
¿Dónde esta ese paraje? ¿Lo pueden imaginar?
-“La imaginación al poder”
Hasta esa significativa y hermosa frase proveniente de la
explosión contracultural de aquel Mayo de 1968 se transformo en slogan y fue usada por el
“sistema instituido” para publicitar desodorantes, autos, sillones, malacates,
bebidas, golosinas, preservativos y una interminable lista de elementos constitutivos
de nuestro particular estilo de subsistencia.
Igualmente, el poder de la imaginación es innegable y el
exótico paraje soñado solo podrá ser realidad a través de ella.
Pensar para luego existir por encima de la inocua
permanencia a la que estamos tan firmemente acostumbrados.
Volvernos más salvajes y a la vez más racionales.
Nada parece más inteligente que alejarse.
Habrá que seguir buscando más allá de las fatuas selvas
de objetos inservibles; más allá de los dogmas soporíferos, de los
ansiolíticos, de los papeles plegados, de las exasperadas ofertas, de los
supermercados, de las torres de concreto, de las entidades financieras, de las
instituciones religiosas con sus elípticas explicaciones de la realidad
coagulada y de nosotros mismos.
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