martes, 26 de mayo de 2015

Vayamos

Hoy es un día de esos como para dejarse ir… Un día para volar, para zarpar sin rumbo… Uno como para no creer en nada y, a la vez, creer en que todo es posible.
Irse sin destino...
Vayámonos a uno de esos rincones oscuros, perdidos, lentos… Vayamos a la selva, o a una cueva, o busquemos la cumbre de alguna montaña... O simplemente vayamos a un bar cualquiera, en otra ciudad; tomemos una bebida que acá no exista. Vayamos fumando algo mientras vamos. Vayamos en silencio. 
Mirando los costados, pero desentendidos. A paso de que no importa, tranquilos, desconectados del tiempo, en el tiempo hay muchas mentiras.
Vayamos como lo que somos y lo que hemos sido… Y vayamos, también, con lo que queremos.
Vayamos medios muertos y vivos… Con los zapatos sucios, con lo que estamos. 
Después, en cualquier caso, podemos llegar a volver... por el mismo camino, pero un poco habremos cambiado, seguro. Vamos.

jueves, 21 de mayo de 2015

Mañana

Un hombre camina lentamente con un perro pegado a la pierna derecha, otro lo mira como pensando en que sería lindo tener un perro como ese, un perro que caminara así, al lado suyo. Una pareja le pone los zapatos a su hijo que salió del arenero a disgusto; el papá le pone uno, la mamá lo ata; el papá le pone el siguiente, ella le seca la frente al chico con algo que sacó de un gran bolso amarillo y luego le ata el otro zapato; el chico hace un gesto, una morisqueta, para que ellos sonrían y ellos no lo hacen, permanecen serios, parecen enojados. Se van titubeantes, sin decirse ni una palabra; al nene lo arrastran.
Una mujer de alrededor de sesenta años con pelo muy negro y piel muy blanca le dice a un hombre que camina con ella que por qué no se detienen un rato. Se sientan en un banco a unos metros, debajo de un eucalipto. El hombre está muy excedido de peso y lleva puestos unos bermudas que dejan descubiertas unas patas tremendas como de elefante.
El hombre mira hacia el cielo y va indicando los supuestos nombres de supuestas aves que pasan volando, ella le va respondiendo de otras cosas.
Yo me senté a mirar, a ver pasar… Hace días que tengo ganas de irme.
Hace calor, es una hermosa mañana, pero yo parezco ver sólo el lado oscuro de todo.
El gordo farsante le sigue vendiendo verdura poética a la mujer, que por momentos parece comprar y por momentos se distrae con otras cuestiones. 
Pienso en que sería lindo tener ganas de quedarme.          

jueves, 7 de mayo de 2015

Las vísceras de Argentina se llaman Eva


En nuestro lenguaje el tiempo puede ser el clima y, también, puede ser el material indescifrable del que están hechas nuestras horas. El tiempo puede ser distancia… quizás, esa distancia que nos deja ver con mayor amplitud.


Al desierto verde, con títulos de propiedad en pocas manos, un día llegó una irrupción desaforada. Un bramido furioso que se levantaba desde las entrañas. El grito enardecido tenía millones de caras, pero tenía una particularmente hermosa.  

Las vísceras revueltas por la injusticia tuvieron desde ese instante un nombre… una sonrisa de madre, de hermana, de compañera.

“Viva el cáncer”, dijeron algunos. Otros dijeron, sencillamente, “Evita vive”.